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and I'll be watching as you waste through the ground, aq.
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and I'll be watching as you waste through the ground, aq.
por H. Sven Wahlberg Miér Dic 23, 2015 11:22 pm
“my poor mother begged for a sheep but raised a wolf”
ALL MY LIFE, MY HEART HAS
YEARNED FOR A THING I CANNOT NAME.
YEARNED FOR A THING I CANNOT NAME.
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4.
Cuando abrió los ojos sólo vio nubes, un mundo de fantasmas frente a él, el sudor corría por la pequeña espalda y la noche concluyó escondido bajo los brazos de su madre, había algo, una sombra, un aliento en la oreja que le hacía temblar, si hoy te preguntas dónde está el pequeño niño asustado debes saber que hoy es el algo, la sombra, el aliento, el miedo.
Cuando abrió los ojos sólo vio nubes, un mundo de fantasmas frente a él, el sudor corría por la pequeña espalda y la noche concluyó escondido bajo los brazos de su madre, había algo, una sombra, un aliento en la oreja que le hacía temblar, si hoy te preguntas dónde está el pequeño niño asustado debes saber que hoy es el algo, la sombra, el aliento, el miedo.
9.
Había doce velas prendidas en la lóbrega habitación y la séptima estaba a nada de apagarse, la mano fría de su abuela se puso sobre su menuda espalda es ahí cuando sus huesos rugen, terminó de rodillas contra la cerámica y escupió odio. Once años y es obligado a rendirle tributo a Él que nunca pareció ni siquiera mirarlo, ¿qué tienen los demás que él no, que son bendecidos con su atención o un milagro?
Había doce velas prendidas en la lóbrega habitación y la séptima estaba a nada de apagarse, la mano fría de su abuela se puso sobre su menuda espalda es ahí cuando sus huesos rugen, terminó de rodillas contra la cerámica y escupió odio. Once años y es obligado a rendirle tributo a Él que nunca pareció ni siquiera mirarlo, ¿qué tienen los demás que él no, que son bendecidos con su atención o un milagro?
14.
Las mismas velas, el mismo calor quemando sus pestañas. La primera cayó por el empujón del dedo índice y la tela del mantel blanco no tardó en consumirse en llamas. Los gritos de su tío paterno irrumpieron el espectáculo, puñetazo, culpas y horror: una línea de sangre corre por su mentón y la desesperación crecía más rápido que el fuego, marcas rojas crecieron por su muñeca cuando es arrastrado a la salida de la humilde iglesia.
Las mismas velas, el mismo calor quemando sus pestañas. La primera cayó por el empujón del dedo índice y la tela del mantel blanco no tardó en consumirse en llamas. Los gritos de su tío paterno irrumpieron el espectáculo, puñetazo, culpas y horror: una línea de sangre corre por su mentón y la desesperación crecía más rápido que el fuego, marcas rojas crecieron por su muñeca cuando es arrastrado a la salida de la humilde iglesia.
6.
Truenos golpeaban la tierra, los vidrios vibraban y su pecho también: del otro lado de la puerta, su hermana, delineada por la oscuridad, suplica un lugar en su cama. No tardaron más de veinte minutos en caer totalmente rendidos.
Por favor, cállate, cállate, cállate, por favor, estoy aquí.
Sudor en la frente, labio inferior temblando. El llanto desgarrador del animal atraviesa y quiebra las paredes, su pulso se acelera, no importaban los ruegos, el can continúa temblando de dolor por una enfermedad que el veterinario había declarado como sin esperanzas, nunca rezó tanto en su vida después de aquel diagnóstico, pero es inútil, Él otra vez lo ha ignorado: los ojos que lo miran parecen rogarle un poco de paz en ese martirio, azules como el mar hoy ahogados y llorosos, son débiles. La puerta se abre, develando la silueta alta de su progenitor, jorobado y cansado, vestido en su bata color vino, se ve despeinado, arañado por preocupaciones, bebió vino o tal vez simplemente el asco hacia él mismo lo hace sentir mareado. Dios es quien decide sobre nuestro destino, no podemos ni debemos ser obstáculos en sus deseos, pero es un animal y es tu animal y tu responsabilidad.
Nunca había tocado un arma hasta los diez años, pesada como plomo, grande para sus pequeños dedos pálidos, nunca se sintió tan pequeño y gigante al mismo tiempo. Lloraba, negaba, asentía, los minutos se hicieron eternos, la oscuridad se hace presente cuando cierra los ojos y la luz es sosiego: el disparo le hace sangrar los oídos, el pecho, el alma, pero el único herido es el perro que calma sus temblores poco a poco. Se llama sacrificio y supo desde ahí que lo único que debe preocuparle sobre ellos es ser quien siga de pie.
Pero tú vas a cerrar los ojos.
Usaría el mismo arma un año después para arrancarse la vida en su oficina en una primavera con petálos sobre su ataúd.
La propiedad de sus abuelos reunía las características suficientes para pensar en algún cuento de Poe, pero era agradecido su punto en el mapa, cercano a la ruta de entrada al vecindario privado. Allí los automóviles derrapaban, prendían fuego el asfalto, los miraba de vez en cuando entrar y salir, otras, sin embargo, iba ahí porque había encontrado un juego en ver cuántos animales morían bajo la rueda de alguna camioneta. La descomposición de cuerpos finalmente terminó siendo de su curiosidad, sus primeros pasos en la medicina fueron jugando con cadáveres descompuestos de ardillas desafortunadas.
Nunca hicieron caso al comportamiento peculiar, y cuando docentes recomendaban la visita de algún psicólogo replicaban que el único capaz de enseñarle un camino más derecho vivía en los celestes cielos, y que a paz sería hallada únicamente mediante su cercanía con la palabra divina. Ante la ausencia de amistades sus tardes fueron con aquel ritual en medio del camino, hasta que un día su abuela lo atrapó con las manos sucias y un olor especial desprendiendo de sus dedos y la diversión concluyó.
¿Lo extrañas?
Silencio.
No, no lo hago. Odio a mi papá, odio que me haya dejado con ellos, odio que haya sido un cobarde, odio que mamá lo llore, odio que me parezca a él, odio tenerlo que llorar, odio ser su hijo, un cobarde, un miedoso.
Sí, mucho.
¿Tienes amigos?
Ninguno, porque aquí estoy esperando el milagro revoltoso de que todo se pulverice, de no tener que ir a la escuela. Y odio a Abbigail Vrndics y que hable cada minuto de sus padres, de sus viajes, por eso pegué goma de mascar sobre su pelo. Odio a Thomas y su talento en los deportes, que se crea el siguiente prócer del jodido soccer, por eso lo empujé ese día de las escaleras, y odio a la profesora Berson, odio que me mire como si fuese su hijo, odio que me acomode el cuello de la camisa, por eso le dije al director que me acosaba, que me había invitado a su departamento a la salida de la clase de inglés. ¿A quién le creyeron? Siempre a mí.
Tengo un par.
¿Has rezado hoy?
Sí.
Quiero enterrar mi rosario en el jardín, y quiero prender fuego la iglesia, y quiero ver cómo las figuras se derriten y deforman, no soporto más los domingos, no quiero que lleguen, me duele respirar si tengo que decir amén una vez más, aquí, en el pecho, aquí, en la boca, en todos lados. Lo odio a Él, lo odio a usted.
THEN I
FOUND
MYSELF
ALONE
Truenos golpeaban la tierra, los vidrios vibraban y su pecho también: del otro lado de la puerta, su hermana, delineada por la oscuridad, suplica un lugar en su cama. No tardaron más de veinte minutos en caer totalmente rendidos.
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| PRIMER BESO DOCE AÑOS PRIMER BANDA JOY DIVISION PRIMER JUGUETE OPERACIÓN PRIMER LIBRO LA BIBLIA | PRIMERA MASCOTA HUSKY SIBERIANO PRIMERA DESILUSIÓN LAS FLORES MUEREN PRIMER PECADO NACER MENTIRA MÁS USUAL SÍ, CREO. |
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DEATH MUST BE THE FIRT THING THAT MAKE YOU FEEL
Por favor, cállate, cállate, cállate, por favor, estoy aquí.
Sudor en la frente, labio inferior temblando. El llanto desgarrador del animal atraviesa y quiebra las paredes, su pulso se acelera, no importaban los ruegos, el can continúa temblando de dolor por una enfermedad que el veterinario había declarado como sin esperanzas, nunca rezó tanto en su vida después de aquel diagnóstico, pero es inútil, Él otra vez lo ha ignorado: los ojos que lo miran parecen rogarle un poco de paz en ese martirio, azules como el mar hoy ahogados y llorosos, son débiles. La puerta se abre, develando la silueta alta de su progenitor, jorobado y cansado, vestido en su bata color vino, se ve despeinado, arañado por preocupaciones, bebió vino o tal vez simplemente el asco hacia él mismo lo hace sentir mareado. Dios es quien decide sobre nuestro destino, no podemos ni debemos ser obstáculos en sus deseos, pero es un animal y es tu animal y tu responsabilidad.
Nunca había tocado un arma hasta los diez años, pesada como plomo, grande para sus pequeños dedos pálidos, nunca se sintió tan pequeño y gigante al mismo tiempo. Lloraba, negaba, asentía, los minutos se hicieron eternos, la oscuridad se hace presente cuando cierra los ojos y la luz es sosiego: el disparo le hace sangrar los oídos, el pecho, el alma, pero el único herido es el perro que calma sus temblores poco a poco. Se llama sacrificio y supo desde ahí que lo único que debe preocuparle sobre ellos es ser quien siga de pie.
Nunca más vuelvas a disparar con los ojos cerrados.
Usaría el mismo arma un año después para arrancarse la vida en su oficina en una primavera con petálos sobre su ataúd.
WICKED CHILD, YOU ENJOY THE PAIN OF OTHERS.
La propiedad de sus abuelos reunía las características suficientes para pensar en algún cuento de Poe, pero era agradecido su punto en el mapa, cercano a la ruta de entrada al vecindario privado. Allí los automóviles derrapaban, prendían fuego el asfalto, los miraba de vez en cuando entrar y salir, otras, sin embargo, iba ahí porque había encontrado un juego en ver cuántos animales morían bajo la rueda de alguna camioneta. La descomposición de cuerpos finalmente terminó siendo de su curiosidad, sus primeros pasos en la medicina fueron jugando con cadáveres descompuestos de ardillas desafortunadas.
Nunca hicieron caso al comportamiento peculiar, y cuando docentes recomendaban la visita de algún psicólogo replicaban que el único capaz de enseñarle un camino más derecho vivía en los celestes cielos, y que a paz sería hallada únicamente mediante su cercanía con la palabra divina. Ante la ausencia de amistades sus tardes fueron con aquel ritual en medio del camino, hasta que un día su abuela lo atrapó con las manos sucias y un olor especial desprendiendo de sus dedos y la diversión concluyó.
¿Lo extrañas?
No, no lo hago. Odio a mi papá, odio que me haya dejado con ellos, odio que haya sido un cobarde, odio que mamá lo llore, odio que me parezca a él, odio tenerlo que llorar, odio ser su hijo, un cobarde, un miedoso.
Sí, mucho.
¿Tienes amigos?
Tengo un par.
¿Has rezado hoy?
Sí.
THEN I
FOUND
MYSELF
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Hesekiel Sven Wahlberg
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