All hail the new kids | 0.2

—————— Prologue: In the beginning God created the heavens and the earth. ——————

El único varón de la casa, siempre ha tenido la idea en la cabeza de no únicamente ser como su padre, si no superar en todos aquellos aspectos que él fallaba al cabecilla de la familia. Frío, calculador, jamás da un paso si haber estudiado todas sus posibles consecuencias y comprobado sus ventajas. Extremadamente seguro de sí mismo, encantador en sociedad, cercano para conversar, parece ser capaz de adaptarse a cada uno de los ambientes y personas que le rodean. Tremendamente inaccesible en realidad, guarda sus verdaderos pensamientos, conclusiones y expectativas bajo llave. Exigente consigo mismo, mide a los demás por el mismo rasero. Únicamente él mismo es el dueño de sus secretos y sus verdades, por lo que no miente cuando dice que no le importa lo más mínimo qué digan de él, es más, prefiera las verdades directas a la cara como un buen golpe de boxeo, sabrá devolverlo. Sabrá defenderse, de actos, de palabras, de golpes o de una elegante venganza que se sirve en un plato bien frío.

Desde que conoció la existencia de St. Peter, ha tenido la única obsesión de ser admitido en la casa Abel y esperaba poder hacerlo del brazo de su hermana. Él, de alguna manera siempre conservó las esperanzas de que entendiera que valían más como aliados. Sabe que hay tanto de Abel en ella como lo hay de Caín en él, pero se siente incapaz de perdonarle esa traición al menos por el momento.

El hecho de que Mathilda nunca fue su hermana favorita no era para nadie un secreto. Aún así, la hermana mayor es de las pocas personas que logra arrancarle sus verdaderos pensamientos, porque la rubia le ablanda el corazón. Ella, siempre sincera y directa, jamás le bailará el agua o le dirá lo que quiere oír. Él, empeñado en testar e inclinar la balanza de Mathilda en su favor en lugar del de su hermana, es un verdadero quebradero de cabeza la mayor parte del tiempo.

Ni es ni será nunca una princesa. No tiene interés en ser rescatada o en que nadie le da las cosas hechas. Piensa por sí misma, es más, resulta muy complicado que algo más que no sea su ideario entre en su cabeza. Segura de sí misma, inteligente y ambiciosa nunca ha tenido el menor reparo en dejar que los demás vean que ella está hecha para comerse el mundo. Si deciden apartarse, estupendo, de lo contrario no tendrá otra que apartarlos ella misma. Para ella en el mundo hay una única manera de hacer las cosas, y esa es su manera.

Los planes son una pérdida de tiempo, las decisiones demasiado meditadas nunca serán puras a sus ojos. Se mueve por lo que le dicen, diría que su corazón, pero son realmente sus entrañas. Como cuando en el último momento tras su entrada a St. Peter se decantó por la casa Caín en la solicitud, rencorosa de todos los sucesos que últimamente le habían distanciado de su hermano, fue consciente de que aquello hería sus sentimientos. Obviamente que se arrepiente de muchos de sus impulsos, pero siempre ha sido lo suficientemente madura como para entender y asumir las consecuencias de sus actos, ¿de qué sirven las disculpas en ese caso? Barbilla alta y al siguiente asalto.

Altiva, orgullosa, rencorosa, se preocupa más de lo que querría de la imagen que proyecta a los demás. Quiere controlarlo todo, aunque únicamente sea para tener el placer de poder mandarlo todo a la mierda después. Mathilda y ella siempre han compartido más por ser hermanas, un vínculo en el que la responsabilidad de que fuera una buena chica acabó por ser un dolor en el trasero de Mathilda, su hermanita no tiene interés en sus enseñanzas, es más, le da mil vueltas en más aspectos de los que querría. Ella tiene la manía de criticar a su hermano delante de la mayor, sin embargo jamás le ha pedido ni le pedirá que tome partida en su guerra interna. Para ella, su hermana es una amiga,  sabe sus límites, y no desea una guerra más.

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