Vicious Natures Cannot Change. Tramas.

—fem. +20. casa indiferente.

Hubo un ella antes de St. Peter.

«¿Has volado alguna vez mientras soñabas despierto?»

Fue lento. Al comienzo apenas se dirigieron la palabra, la existencia del uno para el otro era irrelevante en el Instituto Católico al que asistieron. Círculos de amistades diferentes, clases contiguas, intereses en distintas escalas. No había nada, ningún eslabón de unión hasta que Cameron y él hermano de X comenzaron a forjar una amistad. Entonces, ambos se inmiscuyeron el uno en la vida del otro, y de alguna manera se convirtieron en amigos y confidentes. Una amistad extraña, entre dos personas tan diferentes que era difícil de imaginar que pudieran tener algo en común.

Fue tan lento que no llegó a ocurrir nada hasta el último curso.

«¿Eres capaz, por un sólo y estúpido momento de tomarte algo en serio?»

Llegó una explosión, y fue extraño. De pronto no sabían vivir el uno sin el otro y, en algún punto intermedio, llegó el desastre y se convirtieron en cometas fugaces. No fue un romance, ni siquiera hubo una relación de la que huir. Simplemente se acomodaron a ver por encima de sus fachadas y de sus máscaras, a recoger pedazos rotos que no podían volver a unirse, y dormir ocasionalmente en la misma cama. Y también hubo metáforas.

La relación se enfrió poco después de la graduación. Fue ella quien dejó de contestar a los mensajes, quien no acudía a las fiestas porque sabía que estaría él y quien, cuando se enteró de que estaban en la misma Universidad, procuró huir de él como de un fuego descontrolado. El plan funcionó casi un año entero, pero entonces, una noche de copas lo arruinó todo y otra vez estaban frente a frente.

¿Y ahora qué?

—masc./fem. +20. casa indiferente.

—¿Y qué tal las clases?

—Fenomenal.

—Cameron...

—Me las apaño.

Pero este año no. Hay una clase que se le resiste más que las demás, Lleva un año flojo, lento y tedioso. Que si baja la media de la nota aquí, un parcial que ha salido mal, conversaciones tensas con un profesor. Y le fastidia, porque no ha pasado antes, porque nunca ha tenido que pedir ayuda y ahora... bien, ahora el profesor le ha obligado a ello. Le ha puesto un tutor. ¿El problema? No hay feeling, no hay química, de hecho, el propio tutor está allí, dándole clase, porque no tiene más remedio. Se han encontrado siendo la horma en el zapato el uno del otro. Esto puede terminar mal, no, lo siguiente.

—masc. +20. preferiblemente adam.

Insoportable es lo más bonito que nadie le haya dicho jamás. Para esta persona, el epíteto se queda corto. Se han llevado mal desde el primer día que sus caminos se cruzaron. Bastó una palabra, una mirada en un mal momento, y la tensión empezó a ser palpable para cualquier que estuviese a su alrededor. Con el paso del tiempo han aprendido a andar por sendas separadas, tratando de no coincidir, de fingir que no existen el uno para el otro, pero es complicado, sobre todo si duermen bajo el mismo techo y ambos son miembros del equipo de lacrosse.

En ocasiones la tensión explota y la onda expansiva es corrosiva, llegando incluso a arrastrar a otros a sus peleas verbales.

Hasta el momento han logrado no llegar a los puños, pero ¿cuánto tiempo más tardará el vaso en desbordarse?

*Trama susceptible de cambios. Si no eres Adam, ni tampoco del equipo de lacrosse, pero te quieres quedar con la trama, emepéame y lo hablamos.

—fem. +20. casa indiferente.

Lo encontró en el poyete exterior de una de las ventanas de la Biblioteca. O se le había olvidado a la chica, o lo habían robado. No importaba, era el bolso más hortera que había visto jamás. Al menos bajo su criterio. Convencido de que sería de alguna Eva —porque sólo ellas tienen tan mal gusto— lo abrió para reírse un rato, esperando poder trollear a la dueña de alguna manera. Y vaya que si lo hizo, encontró los tampones, la agenda cursi de niña repipi, el móvil —que pena, estaba apagado— y la cartera, con el carnet de estudiante. Oh, la-la, yo te conozco.

Las bragas de encaje fueron el premio gordo. Recién compradas, aún estaban dentro de la bolsa de la tienda. ¿Regalo de un noviete? ¿Compradas para una ocasión especial? No importaba. Devolvió el bolso, pero se hizo el sueco con el tema de las bragas.

Él jura y perjura que no las tiene, es para hacerla de rabiar. Ella sabe que él las tiene, que es un capullo, y que esta se la tiene jurada.

—fem & masc. +20. casa indiferente. 2/?

El aroma de los árboles, el musgo, la tierra mojada entre los dedos. Desconectar.

La naturaleza es lo que tiene, le llama, le hipnotiza y le ofrece aventuras. Y el nunca se niega. Cuando necesita poner el cerebro en off, buscar tranquilidad, poner en orden sus ideas y perderse, saca la mochila del armario, empaca sus cosas y se olvida de sus camisetas de Abercrombie and Fitch durante algunos días.

¿Y qué hace? Se va de acampada, a hacer senderismo, nadar —preferiblemente en pelota picada— hacer fotos y escalar. Las noches que pasa fuera duerme como un bendito, y regresa más feliz que un niño ante sus regalos de navidad.

¿Y qué busco? Pues ese grupo de personas que se han unido a sus correrías por la naturaleza a lo largo de sus años en St. Peter. No tienen porque ser amigos del alma, basta que, cuando alguno de ellos proponga una escapada, los otros estén, al final del día, dispuestos a la aventura como sea y donde sea.

Ah, y los móviles apagados todo el viaje. Por favor y gracias.

*Al menos tres personajes. Para que esté todo equilibrado, querré que haya el mismo número de chicas que de chicos en el grupo. Aunque tampoco pasa nada si descuadra el número.

— Lieke Hendriks.

— W. Hypatia Ribeiro