Hungry heart - tramas

¿Recuerdas la serie de dibujos de Los Autos Locos? Lieke no tiene nada que envidiar a ninguno de sus protagonistas. Conduce como la mierda, y aún encima, le gusta darle brasa, pisar el acelerador a tope y sentir la brisa en el rostro. Pero si conduce mal -la mayoría de los que montan con ella suelen bajar con las piernas temblando-... aparca peor. Tan mal, que un día, dejando el coche en el aparcamiento de la universidad, tras una pequeña escapada al pueblo, le dió un ostiazo a un pedazo Mercedes clase A que había justo detrás. ¡No a propósito! Un despiste, de esto que te equivocas y en vez de meter primera, metes marcha atrás, sueltas un poco de más el embrague y... la lías.

La bronca que esta persona le lió fue de proporciones bíblicas.


Que Lieke pasa marihuana por el campus es algo que, más o menos, cualquier consumidor habitual sabe. Pero obviamente, ni a sus compradores, ni a ella misma le interesa que este hecho llegue a oídos de ninguna autoridad educativa. A esta persona sí. Ha decidido emprender su batalla personal contra el vicio, o más bien, contra la rubia. Apenas se conocían cuando acudió a ella para comprar. Lo que en realidad quería era una prueba de sus actividades. Ahora, la chantajea con revelarlo todo, si no cede a sus peticiones.

La única persona con la que llegó a tener una especie de relación duradera. Casi 6 meses de relativo idilio que terminó en tragedia. Eran (y son) polos completamente opuestos, y fue sólo un capricho del destino el que juntó sus caminos. Una casualidad como otra cualquiera. Lo que comenzó como una serie de encuentros casuales, divertidos y sin compromiso, terminó en una relación tóxica, enfermiza y desesperante. Lieke siguió con su estilo de vida particular. Con sus porros, sus salidas nocturnas, su libertinaje y su falta de compromiso.

Él creía que ella cambiaría, que si le quería al menos un poco, viviría por y para él. Lieke se veía con otros chicos, amparada bajo su discurso de "el amor no implica fidelidad, mi cuerpo es una cosa, mi corazón otra", y él se lo tomó como un engaño, pero en sus narices, lo cual lo hacía aún peor. Cada uno tenía su propia concepción del amor, de las relaciones, y ambas eran totalmente incompatibles. Tanto, que los celos, las peleas, los gritos y las idas y venidas de ambos terminaron por romper, hace ya un año, algo que, claramente, jamás iba a funcionar.

I can hear you using your vibrator every night.

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If you ever want an actual person to do the job, I'm right next door.

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Hasta la fecha, el mensaje de whatsapp más extraño, asqueroso y repulsivo que ha recibido. No, no es un vibrador lo que la rubia usa cada noche, sino un cepillo de dientes eléctrico. Las paredes son finas y dan lugar a malentendidos, y este chico, que duerme en la habitación contigua, confundió el sonido, haciéndose una idea completamente equivocada. Lieke ni se molestó en contestar al mensaje, en lugar de ello se presentó en la habitación del muchacho y le puso a caer de una burra. Resulta que al final el cabreo se le pasó y se lo ha terminado tomando en clave de humor.